
Unas notas generales antes de entrar en materia.
Al entrar me encontré un sitio un poco vacío. Un día de semana al medio día es lo que tiene. A pesar de ello, noté poca atención hacia el cliente, es decir, hacia mí, claro está.
El pan de la barra es precocinado. Para reconocerlo es muy fácil, más allá del sabor, al darle la vuelta, la parte inferior muestra un entramado en forma de red. Eso es por la cocción en rejilla de horno eléctrico.

Por el lado bueno tiene vinos por copas, 6 opciones buenas a mi entender. Y una cosa que me ha encantado es que cuidan el tiempo de salida de las tapas. Usualmente me encuentro con todas las tapas a la vez u otras veces muy a cuenta gotas. Gran trabajo de sala y barra.
Al lio con las tapas.

Ragú de ciervo: Buen guiso y la carne en su punto. Buen toque de pimienta y romero, este último imprescindible para el ciervo y carnes de caza en general. Lastima las patatas fritas algo sosas. No entendí los puntos de couli de tomate en el plato.

Mini cordón blue de boletus: Para empezar de mini nada, buen tamaño. Al principio note poco boletus, pero tiene una buena cantidad dentro, si creo que le vendrían bien unos trozos de seta en el interior. Vuelven las patatas fritas algo sosas, el alioli para mi gusto le falta un poco de fuerza pero estaba bien.

Alcachofa confitada salteada con verduras: Un plato tan bueno arruinado por la sal. Salado y mira que esta bueno pero mejor sin tanta sal. Yo probaría con un buen chorro de soja en vez de la sal gruesa por encima.

Minitortilla de espárragos verdes y langostino: Sorprende que sustituye el perejil por algas verdes de Cádiz. Los espárragos y langostinos en su punto de cocción, y junto al couli de tomate y el vinagre de Módena todo iba muy bien. Un plato que puede convertirse en un plato insignia del local.
A pesar del servicio algo flojo al inicio, fue mejorando a lo largo de la comida.
Para mí un sitio de barrio donde se pude ir a tomar unas buenas tapas y disfrutar de un vino.
Dos estrellas para mí.