El Burladero, ó Vinos y Tapas by Dani García, esta ubicado en los bajos del Hotel Melia Colón. Y antes de entrar ya vemos la estampa de la guía michelin en la puerta. No ganada pero si traída por Dani García, conocido como el chef del mar y que regenta el restaurante Calima en Málaga. Se ha puesto de moda eso de "Restaurante NOMBRE by Chef Famoso", lo que en algunos casos en sinónimo de éxito y otras no.
Ubicándonos en una mesa cerca de la barra, nos dimos cuenta que la decoración tiene como no, temas taurinos. No deja de sorprender la escasa luz que se tiene en el ambiente en general. Pero esto es más una apreciación, por que no me gustan los sitios a media luz. El servicio es lento, a pesar de tener en sala solo 3 mesas ocupadas. Ya empezamos flojo, a ver si cocina hace que esto levante.
La carta tiene algo que yo encuentro ligeramente pretencioso. Describe los platos de forma coloquial, y hace alusiones a "de nuestros mares..", "la cocina de la tierra nuestra...", "porque somos mas que fritos...". Ya es suficiente que tengamos, en muchos casos, que descifrar los platos, para que nos los narren como cuento. Al final del cuento, una carta así deja entrever que tu cocina, tu platos y tus sabores, igualaran la descripción que de los platos haces. Y en este caso no fue así.
Soy particularmente duro con este sitio, primero por la recomendación que hacen de él, y segundo, por la pegatina de la guía michelin colocada en la puerta, que a falta de calidad es un mero reclamo turístico publicitario.
Tengo que soltarlo antes que estalle. Cobran el pan y el pico. Y el pan es precocinado, al que disfrazan espolvoreando orégano antes de hornearlo. Un punto negativo.
Comenzamos con una Copa de Pastel de Cabracho y mayonesa de piquillo que no estaba mal, a falta de encontrarme varias espinas en el pastel. A pesar de ello, estaba jugoso y muy rico.
Seguimos con una sopa fría de almendras con granizada de vino tinto y vainilla. La sopa estaba muy rica, el granizado de vino tinto era escaso y no flotaba como debería, pero la falta de vainilla fue algo imperdonable.
De carne, una burguer de toro y un pincho moruno con tabulé crocante. La hamburguesa estaba bien, la salsa interior (mahonesa casera) estaba suntuosa y deliciosa, que contrastaba con lo amargo de la rúcula de relleno. El pincho era de cordero, con un tabulé delicadamente rematado con verduras en brunoise, la carne estaba perfectamente hecha, pero si noté la falta de un toque mas fuerte de especies.
Por último un flamenquín de cerdo, y una bética. El primero es un filete de cerdo blanco relleno de champiñones y parmesano en el exterior, buen concepto pero terriblemente ejecutado. El filete estaba duro como una suela, el champiñon estaba soso y el queso no aportaba realmente ese toque salado. Un plato que por primera vez digo y recomiendo que quiten de la carta. El segundo es una bola estilo croqueta de espinacas, piñones y pasas, junto a una crema de queso brie. Esta bien, solo que una sola bola sabe a poco, creo que 2 sería ideal, la crema de queso ligera y sabrosa. Si pediría una mayor cantidad de pasas, siempre digo que cada bocado debe representar al plato por si mismo.
Finalmente la bodega debe mejorarse y ampliarse. Por algo en la puerta pone Vino y tapas, una lista de 3 blancos y 3 tintos, de los cuales no tengan 2, es un mal síntoma.
No podría recomendar este lugar, debe trabajar mas su carta, su menú, el servicio y los pequeños detalles que hacen de lo simple algo grande.
A pesar de ello, doy 2 estrellas esperando poder olvidar, volver y disfrutar.
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