El sitio está ubicado a un paso del centro de Sevilla y está decorado de forma sutíl, diáfano y sorprendentemente acogedor. Son pocas mesas, un salón para unas 30-40 personas. personalmente huyo de los restaurantes grandes. Una cocina pequeña puede dedicarse (teóricamente) con más esmero a cada plato.
A la entrada, algo que parece una tontería, se ocupan de ti y te sientan. Punto para la atención.
La carta. El Chef, Julio Fernández joven estrella emergente. Ha diseñado un menú que mezcla la clásica comida andaluza con un toque de modernidad digno de agradecer, apoyándose por supuesto es los mejores productos que se pueden conseguir por estos lares. La carta muestra platos tan propios como las migas, el salmorejo, el "chipi-plancha", la carrillada, todos por supuesto con un giro innovador y de vanguardia. Destaca por supuesto, varios menú de degustación que particularmente apoyo y disfruto. Incluso acompañan algunos menús con un maridaje que merece sacar al sumiller a hombros por la puerta del restaurante.
La cena. Mesa para 7 comensales. Menú de degustación maridado, 7 platos acompañados (elevados) con sus respectivos vinos. Salmorejo con mojama, un chipirón a la plancha que ha sido el mejor que me he comido en mi vida, una carrilla tan tierna que el cuchillo era innecesario, una tabla de quesos en correcta progresión y un postre que cerró un exquisito recorrido por la gastronomía andaluza con toques modernos, vibrantes y totalmente reinventada.
Puntos que destacaría: Una atención esmerada y sin presión. Unos platos cocinados de forma impecable. Un servicio de pan sublime (sorprende que en un país con tanta tradición, el pan sea algo que insistimos en precocinar, precalentar, y preasesinar), me encantó el de dátiles.
Y para culminar, una nota, de 5 estrella posibles. Yo otorgo 4 estrellas y media
No hay comentarios:
Publicar un comentario