La elección de menú fue sin dudarlo la degustación maridada. Tienen incluso uno especialmente preparado en cocina por los jefes de cocina. 3 chefs, Miguel Díaz, Ernesto Malasaña y José Luis Carabias. Los cuales han apostado fuerte por la alta cocina en una ciudad donde la buena mesa era algo difícil de encontrar. Esta opción la tomaré en una futura oportunidad, ya que me permite catar de cerca la sazón y el hacer de los cocineros.
El menú consistió si no recuerdo mal en: Snack de frutos tostados que explotan en la boca, Ajo blanco con almendras, manzana helada, curry y miel. Seguido de un parmentier de lidia, cremoso de patata con ragout de cola de toro. Bacalao confitado con una costra negra y yuca deshidratada. Finalmente unos huevos rotos de postre. Sé que me salto alguno, y que no estoy siendo muy especifico en la descripción de los platos. Pero ciertamente son muy elaborados, y claro eso de tomar notas en la mesa revela en parte tus intenciones. Y la primera virtud de un crítico es la discreción.
Si puedo comentar que los platos fueron exquisitos y muy refinados. Pero no puedo pasar por alto algunos errores en la ejecución de los platos que no pueden cometerse a estos niveles. En la cola de toro, el acompañante era unas verduras acompañadas de gotas de salsas en el plato, una de ellas un demiglace, el cual por desgracia estaba salado. Incluso sobre pasaba en sabor al resto de los elementos del plato. De igual forma 2 platos de bacalao tuvieron que retirarse por estar salados, ya en su momento he comentado lo importante que es controlar el desalado del bacalao. Una virtud que parece estar poco extendida. Sin ningún problema los platos fueron cambiados y se disfrutó de un pescado magnificamente cocinado y de un plato muy pensado y elaborado. El bacalao tenía un empanado negro (se me escapa a la memória la descripción precisa) que asemejaba una piedra. Delatando la influencia de Mugaritz en la formación de uno de los chefs.
Por último el postre, unos huevos rotos. Migas de bizcocho con huevos dulces de coco y azafrán. Todo combinado para dar la ilusión de unos auténticos huevos rotos pero formando un exquisito postre. Simplemente para pedir más, aunque recomendaría sustituir el perejil por una menta o hierbabuena.
La Bodega necesita un poco mas de mimo, pero no desmerita para nada el trabajo que llevan hasta ahora los responsables del local. Algunos estuvieron muy bien, y otros no llegaban a la altura de los platos. El servicio de pan en mi opinión debe mejorar, el pan por su sencillez y razón de acompañamiento, debe elevar, complementar he incluso por que no, oponerse al plato. Y eso solo se logra trabajando y variando el sabor del pan.
Destaco también el excelente trato y trabajo de la sala. No es fácil encajar un "perdone mi plato está salado", pero estuvieron a la altura de la situación. Un punto a destacar sin duda. Ya en otras oportunidades y otros sitios, he recibido la típica "es que el plato es así", a lo que no dudo en contestar, "pues si solo parece gustarte a ti, déjalo en el menú de tu casa".
Sin dudarlo, 4 estrellas en mi escala y una más que pronta visita.
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